Ni salud mental ni bienestar

 

Por: Lianis G. Ferreira Morales,  consejera en salud mental del proyecto Sin Techo de Intercambios Puerto Rico.

El 10 de octubre 10 de cada año es el Día Mundial de la Salud Mental; una conmemoración global que destaca la salud mental como parte fundamental de nuestro bienestar. En Puerto Rico, debería ser el día de reconocer que la situación de salud mental que vivimos como país muestra un gran deterioro. ¿Qué le aqueja a la gente realmente? ¿Por qué no mejora la situación?

Nos dicen que tenemos un sistema de salud mental “para todos”, que el plan Vita-L del gobierno trae salud a todas las personas que no pueden pagar un seguro médico para atender sus situaciones de salud. Lamentablemente, no funciona porque ofrece parchos en lugar de bienestar. Porque no mira la totalidad de las personas ni de la sociedad: lo mental, lo físico, emocional, espiritual, social, ocupacional y ambiental como parte integral del ser.

Buscar el bienestar de nuestra gente implica tomar en cuenta todas las dimensiones de salud asociadas a la estabilidad y funcionalidad de una persona. En un país que se enfrenta a la precariedad de muchas maneras, la crisis de salud mental se manifiesta desde situaciones del día a día hasta trastornos severos. Para muestra, un botón basta y lo vemos en las redes sociales.

No hay bienestar cuando se desligan los servicios, de salud y otros. El bienestar requeriría unir distintos servicios, entendiendo la salud mental como parte fundamental.

Bienestar es reconocer que es vital el acceso, la calidad, la sensibilidad y la premura con que se atienden las necesidades de salud de la gente.

Bienestar también es deshacernos de costumbres de conformismo y aceptación continua: de la creencia de que lo que tenemos es lo que hay y tenemos que bregar con eso, conformarnos. Es dejar de decir “estamos bien” por costumbre y cortesía.

Se hacen esfuerzos que no sacian la necesidad de nuestro Puerto Rico. Se necesita deshacer más: detener las conductas, actitudes, palabras y políticas que nos alejan cada día del bienestar.

Nuestra gente está deseosa de ser escuchada, de ser considerada. De ser tomada en cuenta en una política real de bienestar que incluya, entre tantas otras cosas, la salud mental.

 

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