Las mujeres consumidoras de drogas necesitan nuestra atención

(Columna publicada en El Vocero)

De cada tres personas que consumen drogas, una es mujer. Sin embargo, a nivel global, muchas menos mujeres que hombres reciben los tratamientos que necesitan (UNDOC, 2022).

Las mujeres, por lo general, no se atreven a hablar del abuso de sustancias ni a buscar tratamiento. Tienen miedo, pues las consecuencias para ellas son más duras. La estigmatización es más cruel. Temen perder la custodia de sus hijes. Su situación se complica cuando también son personas sin hogar, sobrevivientes de violencia de género y de todas las manifestaciones de abuso físico y sexual.

Si alguna supera esa barrera y busca ayuda, encuentra que la mayoría de los centros  y programas de tratamiento no están enfocados en las necesidades específicas de la mujer. En Puerto Rico, los pocos tratamientos basados en evidencia para el uso problemático de sustancias son más accesibles para los hombres.

Aquí también escasean los albergues para mujeres con uso activo. Muchos de los que existen les exigen dejar el consumo como requisito de entrada. Otros no aceptan tratamientos para opioides y drogas inyectables, como la Metadona y Buprenorfina, aunque dichos tratamientos son legales y basados en evidencia.

Por otro lado, en lo que puede convertirse en un ciclo sin fin, las mujeres con adicciones son más propensas a estar en relaciones violentas, y las mujeres en relaciones violentas son más propensas a autosedarse como método de aguante. También ocurre que muchas dependen de que un hombre les inyecte la droga. Si, en una situación de poder y control, el hombre decide no hacerlo, la mujer puede presentar síntomas de retirada, muy peligroso cuando no se hace con medicamentos para ese fin.

El uso problemático de sustancias es un problema de salud pública y salud mental reconocido en el Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM-V). No es un asunto de moral. Nadie juzga a una persona por tener diabetes: sabemos que necesita su tratamiento de insulina. Así debe pasar con los problemas de salud mental como el uso problemático de sustancias: deberían tratarse de la misma manera. No se llega a la recuperación exclusivamente por la voluntad de querer dejar de usar drogas. Mucho menos cuando se es mujer y se enfrentan barreras adicionales.

Muchas de esas barreras las genera el mismo sistema sociocultural, y se complican con asuntos personales y los determinantes básicos de la salud. Así que, claramente, estamos ante un problema de derechos humanos. O, mejor dicho, ante unas violaciones del derecho de las mujeres a la salud (UNDOC, 2022).

En esta semana donde celebramos el Día Internacional de la Mujer deseo visibilizar a todas esas mujeres que consumen droga; a las que la sociedad les da la espalda; a las que están en situación de especial vulnerabilidad. Es evidente el sufrimiento que viven a diario estas mujeres. He trabajado de cerca con tantas de ellas, reconociendo su voluntad genuina y su esperanza de poder lograr una recuperación. Hoy hago un llamado de urgencia para que no dejemos atrás a las mujeres que consumen drogas.

 

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